En un comunicado a la nación en la televisión pública y en streaming desde la página web gubernamental, Kim Jong-un declaró el pasado 27 de julio una amnistía fiscal para todos aquellos norcoreanos que hubiesen defraudado al fisco. El líder del país asiático se ha visto forzado a anunciar esta medida debido al creciente impacto de la economía sumergida en el país, estimada en 280 billones de dólares.
Desde hace años el problema es conocido por las clases políticas, que bajo el mandato de Kim Jong-il, padre del actual jefe de estado, habían hecho oídos sordos ante el creciente desafío. Sin embargo, la noticia no llega de manera inesperada dado el marco de apertura y saneamiento de la economía impulsado por Kim Jong-un desde su llegada al poder en 2011.
Presidente y ministros ya se habían encontrado previamente con representantes del sector económico y de grandes empresas en el distrito financiero de Pyongyang y estuvieron reunidos durante más de 6 horas antes de tomar la polémica decisión. Es por ello que los mercados financieros de la potencia han reaccionado con serenidad y sin grandes ajustes.
