En una inesperada rueda de prensa, personas cercanas al difunto expresidente de la República Francesa, François Mitterrand, han mostrado imágenes en las que declaraba ser Elvis, comerciar con pornografía e ir "toloco a por las octogenarias macizas". Estas palabras fueron pronunciadas durante un acto de solidaridad con Lady Di en el que se esperaba que Mitterrand diera su pésame a la familia real inglesa.
Se rumorea que la causa de su desvarío fue el despecho que le hizo Helmut Kohl durante las décadas de los 80 y 90 y del que, según confiesan sus más cercanos, aún no se ha recuperado. Y es que, en esa época los medios llegaron a especular con que se organizaban bacanales a las que asistían figuras como Boris Yeltsin, Bill Clinton, Michael Jackson o el Chavo del Ocho.
"Tras hacer manitas se olvidó de mí y se dio al neosocialismo democráticoliberal", confesaba Mitterrand en el vídeo. "Nuestros corazones y los de estas perras maduritas siguen siendo comunistas y nos sentimos jóvenes. ¡Que le follen al espejo!", espetó para terminar.
Al parecer, además de consumidor de pornografía senior, el expresidente francés contrataba a inmigrantes ilegales para distribuir la pornografía a través del noble arte del "top manta" a consumidores esquizofrénicos de entre 5 y 38 años. Para blanquear las ingentes cantidades de dinero negro que recaudaba, Mitterrand creó docenas de sociedades pantalla en paraísos fiscales como Siria o Angola.
Según su hijo Jean-Christophe, ex-consejero del presidente para asuntos africanos: "Lo que comenzó como el sueño de hacer el Canal+ de la pornografía octogenaria se convirtió en su declive mental. No se quedó con el éxito momentáneo y quiso ir más allá creando una startup en el Congo. Esa empresa se tornó en un nido infesto de programadores tercermundistas que hizo que la compañía no funcionara. ¡Si no ya contaríamos con el Netflix de la pornografía especializada!".
Pese a todo el revuelo organizado tras las declaraciones de Mitterrand, la Asociación de Empresarios del Porno Octogenarios ha salido en su defensa alegando: "Con la mierda que nos queda de pensión y lo cara que está la vida, ¿quién se asombra de que llevemos décadas vendiendo nuestro cuerpo para pagar nuestras dentaduras... y después volver a destrozarlas?".